lunes, 18 de enero de 2010

DÈJAVÚ HISTÓRICO

Últimamente sufro un dèjavú histórico cada vez que reflexiono sobre la flora y fauna político nacional. Ya sé que estamos en el S.XXI. No hago más que repetírmelo cada vez que estoy viendo el telediario. Pero por más que lo recito cual mantra en clase de yoga, resulta que no puedo quitarme de la cabeza la idea de que estamos en pleno reinado de Carlos V, de Felipe II o atrapados en mitad del medievo.
¿Acaso somos víctimas de algún experimento científico y sólo unos cuantos tenemos la sensación de que algo raro sucede? ¿O definitivamente perdí el único tornillo que sujetaba mi cordura? O mejor aún, resulta que es cierto que los dirigentes de nuestro gobierno, autonomías y ayuntamientos son una panda de mequetrefes trepas que viven del momio y de lo tontos que somos los españolitos de a pie. Y es que, no me explico cómo es posible que con nuestros altos índices de paro y la pila de españolitos que hacemos el pino con la orejas para llegar a fin de mes, a nuestros dirigentes sólo se les ocurra la "brillante" y descerebrada idea de subirnos los impuestos. Es lo mismo que, en siglos pasados, hacían los reyes cuando necesitaban pasta para sufragar sus costosísimas guerras. Exprimían al pueblo hasta dejarlo sin pan para comer, vestido con harapos y mirando lo bonitas que son las estrellas bajo el cielo raso. Que poco más o menos, es como pinta la cosa ahora para muchos. Lo curioso del caso, es que nuestros sindicatos, supuestamente defensores del pobre trabajador, están más callados que un muerto de tres días.
Y mientras, nuestros bienamados dirigentes, se sufragan lo que ya sabemos todos: trajes, putas, grifos de oro, reformas de despachos, ministerios estúpidos y cuentas en el exterior.
Y es que, (que me perdonen los fervientes defensores de cualquier ideología política), yo cada vez estoy más convencida de que no hay político honrado, que las ideologías de derechas, izquierdas y centros son meros cuentos chinos engaña bobos y que, en este país en el que vivimos, la única regla de la felicidad sindical es: "por dinero baila el perro".
El único consuelo que nos queda, es que generación tras generación, se nos han enseñado todas las mañas del noble arte de la picaresca.

3 comentarios:

Mercy dijo...

Mmmmmm! Esa historia me suena, me suena, me suena, jajaja... y yo que creía que eso sólo ocurría en México.
Ho! Triste realidad.

Cambiando de tema...que bonitas alas!!

Alegoria dijo...

Gracias, nena. Ya sabes que las alas siempre me han favorecido.
Me debes un mail echándome un montón de chismes sobre tu vida. Escríbeme.

Anónimo dijo...

Bueno: Mi teoría es que sí existen los políticos honrrados pero, por el propio mecanismo/naturaleza de la política, no llegan a ninguna parte.