martes, 22 de junio de 2010

ALTAMIRA: HISTORIA DE UN ASESINATO EN PRIMER GRADO.



Pues sí, aún ando por acá y está vez, con consentimiento de Alegoría, quien tiene un ataque de indignación proporcional a mis ganas de cargarme a unos cuantos de los lumbreras que pueblan nuestra fauna política local y nacional. ¿Y todo por qué? Pues porque a cuatro espabilados se les ha ocurrido saltarse a la tolera los criterios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y quieren, a toda costa, reabrir la Cueva de Altamira.

Como todos sabréis, la llamada Capilla Sixtina del arte rupestre, ha permanecido cerrada desde el 2002 porque las visitas estaban, básicamente y para dejarlo claro en pocas palabras, destruyendo las pinturas. Para evitar la desaparición de este bien declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se prohibieron las visitas y se construyó, a escasos metros de la original, una réplica, La Neocueva, actual Museo de Altamira. Su razón de ser, era preservar la original y mostrar, a todo titirimundi que quisiera, cómo es Altamira. Todo ello, por el módico precio de unos cuantos milloncejos de nada.

Pues bien, a nuestros gobernantes regionales, Partido Regionalista Cántabro y PSOE, "defensores de las bellezas cántabras y de la cultura en general", apoyados por nuestro dizque llamado Ministerio de Cultura, se les ha metido entre ceja y ceja reabrir la Cueva al público y han comenzado una campaña sin cuartel para lograr su objetivo. Ya he perdido la cuenta de las veces que se han reunido expertos científicos, Patronato y gobernantes. Y es que tal parece, que la culpa la tienen esos señores científicos emperrados en decir, que cualquier número de visitantes altera el microclima de la cueva haciendo que, sobre las pinturas, proliferen unos indeseados microorganismos verdes. ¡Joder, con lo sencillo que es darles gusto! Sólo tienen que decir un número de visitantes al año para que nuestros sabios políticos puedan dar por zanjado el tema y anunciar, a bombo y platillo, su gran logro: ¡reabrir a los hombres una de las maravillas culturales de la historia de la humanidad! Pero no, los señores científicos siguen en plan Chanquete coreando el "no nos moverán". Y para colmo, el próximo año hay elecciones municipales y el Gobierno central ha dicho que de AVE, nada de nada. Y sin AVE, ¿Qué mejor slogan de campaña que: "Nosotros reabrimos Altamira"? Apuesto mi melena a que nuestros presidentes regional y nacional han intercambiado ya los cromos en su última reunión. Si es que me imagino la reunión:

Presi Central: "Te cambio Altamira por el AVE y tu apoyo".
Presi Regional: ¡Vale, qué guay! ¡Y te mando unas anchoas y unos sobaos!

¡Lo juro, de ésta, me hago anarquista!

sábado, 19 de junio de 2010

MI LADO OSCURO





Soy feliz. La culpa la tienen las series que durante las pasadas tres semanas han desatado mis más sanguinarios instintos.

Todo empezó cuando Enigmala nos encasquetó, bajo amenaza de destierro, "Spartacus, blood and sand". ¡Vive Dios, que durante años y por culpa de aprobar Derecho Romano en 5ª convocatoria, tenía enfilados a los romanos! Pero ante semejante peligro cerniéndose sobre el sacrosanto vínculo de la amistad, no tuve más opción que hacer de tripas corazón y entregarme a Roma.
Mandé a Alegoría de vacaciones. Tenía que deshacerme temporalmente de ella. Es demasiado sensible. Apenas ve un chorrito de sangre y ya la tenemos en el suelo desmayada. Así que La Sombra, La Guardiana de la Sangría, La Pitonisa y servidora, o lo que es lo mismo, La Insoportable, elaboramos un plan secreto y maquiavélico para dejarla unos días en modo off.

Entonces comenzó el show. Miembros descuartizados, aguerridos gladiadores, conspiraciones y tanta sangre como tomates espachurrados en la fiesta de La Tomatina. Resultado: ¡los romanos y nosotras clamando por la sangre de los gladiadores! "Kill them all!" (Todo en inglés porque en nuestro afán por mejorar nuestro dominio de esa lengua, la vimos en versión original. ¡Nuestro principal interés era cultural!) Y ese fin de temporada... ufff... ¡cuánto honor y cuánta sangre!
Pero cuando una se entrega a sus sanguinolentos y justicieros instintos, 13 capítulos saben a nada. Así que, prorrogamos las vacaciones a Alegoría y nos lanzamos a la yugular de la 8ª temporada de "24". Hace años que somos fans de Jack Bauer porque nunca nos defrauda y porque 24 capítulos saben a algo y tienen efecto balsámico sobre nuestro lado tenebroso. Año tras año, aguardamos tan impacientes como un niño en la noche de Reyes, el regreso de Jack y su equipo. Y año tras año, nos damos un atracón de 24 capítulos gritando, saltando y mordiéndonos las uñas mientras clamamos lo listo, lo justo y lo cruel y sanguinario que es nuestro Jack.
Por cierto, ¿alguien sabe si hay algún fan que planee demandar a los productores por la cancelación de la serie? Es para unirme a la demanda.

Y acá estoy, semanas más tarde, inquieta como un pura sangre antes de un gran premio, feliz y con ganas de ver más. ¿Qué le voy a hacer? Yo también tengo mi lado oscuro.

Firmado:
La Insoportable

viernes, 11 de junio de 2010

GUAPOS

Bien, ya es oficial. Lo que muchos intuíamos desde hace tiempo, es cierto. Así lo ha demostrado científicamente una Universidad cuyo nombre no recuerdo, aunque para el caso que nos ocupa, no importa demasiado. Lo relevante, es el resultado de su estudio: Los guapos tienen muchísimas más facilidades para vivir.

Según el estudio, la carrera hacia el éxito comienza en la más tierna infancia de la mano de nuestras mamás. Si le has salido una monada de niño, tu madre juega más contigo, te hace más arrumacos y se desvive más por tus necesidades. Por lo tanto, conclusión número 1: La historia de Patito feo es un manual de supervivencia para los del montón, los tirando a feos y los rematadamente feos. La moraleja de la historia es que, una vez que creces, tienes a tu alcance, previo golpe de talonario, un rosario de cirujanos plásticos que te moldearán a tu capricho sin contar con la opinión de la Madre Naturaleza.

El segundo paso acontece en el colegio. Si eres guapo, lo profes toleran mejor tus salidas de tono y tienden a valorar mejor tus trabajos y exámenes. Mientras, tus compañeros empiezan a convertirte en el epicentro del aula. Lo que nos lleva a la conclusión número 2: Para sobrevivir en el colegio, los del montón, los tirando a feos y los rematadamente feos tienen que, o empollar más, o convertirse en el matón de turno. ¡De alguna manera hay que llamar la atención! La moraleja es que, ya seas el empollón o el bala perdida, vas encontrando tu camino.

El tercer paso sucede durante los años de adolescencia y juventud. Si eres guapo, ligar es más fácil. Darwing lo dejo bien clarito. Es una cuestión de la llamada de la Naturaleza. A nivel inconsciente, nuestro objetivo primordial es perpetuar la especie con los mejores especimenes y ésos, son los guapos. Y es que no nos engañemos, a la hora de aparearnos, preferimos Hugh Jackmans o Claudias Schiffers. Ergo, conclusión número 3: Eso de que "la suerte del feo, el guapo la desea", es un consuelo de tontos. La moraleja es que a los del montón, los tirando a feos y los rematadamente feos, sólo les resta quererse entre sí o explotar, si es que lo tienen, los ceros de su cuenta corriente o la idiota idea extendida de que los fuera de la ley, follan mejor.

El cuarto paso transcurre en la madurez. Los guapos, aunque con un deterioro progresivo, siguen siendo guapos por aquella condenada Ley Natural del que tuvo, retiene. Y a eso hay que añadirle, que recurrir a la cirugía, también les está permitido. Conclusión número 4: Las circunstancias de los del montón, los tirando a feos y los rematadamente feos, se agravan pues cuando La Madre Naturaleza iba a hacer algo de Justicia, llega el cirujano para desequilibrar la balanza otra vez. ¿La moraleja?: a estas alturas, ya no hay quien intente competir, pues por muy milagrero que sea el cirujano, sin una buena materia prima no hay nada que hacer.

Visto lo visto, sólo me resta decir que aunque no queramos, por culpa de las exigencias de la Madre Naturaleza y la perpetuación de la especie, tendremos que resignarnos a vivir eternamente a dieta; padecer año tras año, la jodida operación bikini y hacernos un buen seguro-plan médico para restauraciones plásticas. ¡Porca miseria!

jueves, 3 de junio de 2010

LA BICICLETA

¿Qué hacer una tarde de sábado con un sol de justicia y 20ºC a la sombra? La respuesta obvia sería agarrar tu set de playa y disponerte a pasar la tarde tirada en la arena tostándote y refrescándote, de vez en cuando, en las todavía un poco frescas aguas del Cantábrico. ¡¿Pero qué le voy a hacer? ¡Soy un ser atípico! En vez de eso, a mí me da por acompañar a mi hermana al centro comercial de turno a comprarse una bicicleta.
A diferencia de mi madre, que usa su vena dictatorial, mi hermana recurre al descarado chantaje emocional. Me conoce hace tantos años, que decirle que no, es algo que entra pocas veces en mi vocabulario. Lo que no sé, es cómo todavía me dejo engañar cuando me dice que, en esta ocasión, la vuelta no nos llevará más media hora. Siempre caigo como una boba.
Para comprar una bici, lo normal es indagar las prestaciones, decidir cuál te gusta y se ajusta a tu presupuesto, probarla y llevártela. Una operación sencilla que puede llevar una media hora, o a lo sumo, tres cuartos de hora. JA, JA, JA. A mi hermana le llevó hora y media decidir entre cuatro modelos con un calor de justicia porque los responsables del centro comercial no habían puesto el aire (cosas de la crisis, supongo). Lo único que tenía claro era que la quería desmontable. Y eso ya era un gran paso porque no quiero ni imaginar, lo que hubiese acontecido si hubiese habido más cantidad para ver.
¿Qué pasó? Pues que desmontó las cuatro y se paseó en las cuatro por los pasillos del supermercado mientras sorteaba compradores con carritos. Cuando ya se decidió por una, tras asar a preguntas al pobre dependiente pariente del Santo Job, salimos y llegamos al coche para descubrir que no es capaz de desmontar la dichosa bicicleta. Así que otra vez para dentro al mostrador de reclamaciones. Tras 10 minutos de espera, apareció otra vez el mismo dependiente que nos atendió y tras sudar la gota gorda tratando, infructuosamente, de desmontarla, concluyó que lo mejor era cambiarla.
Vive Dios, que se me han quitado las ganas de volver a ver una bici ni en pintura. Y que espero rencorosamente, el día que mi hermana deje de usarla para echarla en cara el trajín que nos costó que se comprase su "Cenicienta" (así ha llamado a la bici).