jueves, 19 de julio de 2007

LA MALDICIÓN DE LA ESCALERA

Vaya, voy a empezar a creer que realmente conseguiría hacer crecer un enano. No, no, no es que exagere ni haya perdido la cabeza. Al contrario, parece que lo de "cuanto más imposible sea, mejor" se ha convertido en mi himno vital. Y para muestra un botón.

Hoy tuve la feliz idea de volver a desgraciar una parte de mi grácil anatomía en las escaleras de la panadería. Tal parece que esas escaleras están gafadas para mí. En esta ocasión, el dedo meñique de mi diminuto pinrel, fue el elegido para rendir tributo a la maldición. Yo subía cuando de repente, zas, va mi dedo y se espachurra contra el borde del escalón. Yo empiezo a ver estrellitas, me mareo mientras entono una horrrible cantaleta de herejías y trato de mostrar que aquí, no ha pasado nada cuando en verdad, si ha pasado, tal y como demuestran los lagrimones que se escurren por mis mejillas. El resultado ha sido que he terminado con un dedo como una berenjena por el color y la forma y la terrible sospecha de que si no me lo he roto, poco le debe faltar. Tendré que esperar al diagnóstico médico para arrojar sapiencia sobre mis lúgubres pronósticos.

Ahora me voy al hospital con mi señora madre y mi hermana que no paran de rezongar cual Pepito Grillo alabando mi especial talento para ser un auténtico pato mareado.

sábado, 14 de julio de 2007

PAVA


Como buen proyecto de soltera que soy, esta primavera decidí adquirir un animal de compañía. Pensé en adoptar un perro, pero el chiguaga de Paris Hilton me desanimó. Me dio miedo terminar por parecerme a tan..., tan..., tan... tal mujer.
Luego me planteé adoptar un gato, pero tuve una pesadilla en la que me veía a los 80 años con una manada de ellos, en bata de felpa y con los rulos en la cabeza, obsesionada con la compra del whiskas.
La solución me la dieron mis sobrinos. El día de la madre, le regalaron a mi madre, oséa, su abuela, un grillo al que a los dos días llamamos Pavarotti por su torrencial cricri. Y claro, tras meses viviendo en casa, le agarré cariño. Así que ayer casí me dio un soponcio cuando descubrí que "Pava" agonizaba. Y es que lo malo que tiene tomar un grillo por animal de compañía, es que uno debe tener en cuenta que su esperanza de vida es breve. Tan sólo unos meses.
En fin, ya veremos cuando me animo a volver a tener un animal de compañía.

jueves, 12 de julio de 2007

LINDA PULGOSA

Lo que más me fascina del verano, es mi entregada labor con la fauna del momento. Y es que para desgracia mía, la naturaleza me encomendó la titánica misión de servir de alimento a cuanto insecto chupoctero de sangre pulula por mis alrededores. Apenas arranca el buen tiempo, parece que grito: ¡Insectos del mundo, aquí tenéis mi cuerpo para que deis rienda suelta a vuestra gula! ¡Picadme! ¡Mi sangre dulce os aguarda!
El resultado es que mi persona se convierte en un mapa físico plagado de rojas montañas que pican como una condena. Y claro, sería estupendo enchufar el mosquitero y salvar mi pellejo. Lo malo, es cuando una se dedica a cometer actos suicidas y se mete en zona de pulgas. Y eso es lo que insensatamente he hecho hace unos días. Me colé en una vieja casa presa de un rapto aventurero y acabé como linda pulgosa: llena de picaduras, rascándome como una loca y metida en una fuente bajo un torrencial aguacero. ¡Todo un poema! ¡Si es que lo que no me pase a mí!

viernes, 6 de julio de 2007

LA PAZ DEL HOGAR

Estoy hecha una hacendosa ama de casa desde que el domingo, mi señora madre, tuvo un ataque claustrofóbico y decidió, en dos horas, que se iba de vacaciones a Alemania. Así que acá nos hemos quedado mis hermanos, mi padre (a quien no tuvo demasiados escrúpulos para dejar) y yo, al frente del cañón. Y digo al frente, porque pese a separarla de nosotros media Europa, mi señora madre, llama todas las noche para pasar lista a sus tropas. ¿Qué hemos comido? ¿Cómo van las tareas del hogar? ¿Cómo están su minihuerto? o ¿Cuáles son las noticias del día? son parte de su interrogatorio diario. La CIA podría reclutarla como agente de interrogatorios. Harían un gran fichaje.
En una semana más, la tendremos otra vez de vuelta, pasando revista con la disciplina de un militar y poniendo mil pegas a nuestra gestión doméstica. Su conclusión: "Es que no me puedo ir. No sabéis hacer nada sin mí". Y nosotros asentiremos como buenos hijos. Al fin y al cabo, es lo que espera de nosotros. Qué razón tienen los que dicen que madre, no hay más que una.