Deberíamos levantar un monumento al brillante homínido que inventó la siesta. Yo, fiel practicante de tan noble arte, no sé qué haría sin esos minutos (vale, lo reconozco, a veces son horas) de perdida total de consciencia. En un sofá, o en una cama, ese bendito descanso me da la vida. Recargo pilas y la tarde se me hace más soportable. Así que comprenderéis mi cabreo cuando alguien amarga mi sacrosanto momento. Y ahí estriba el meollo de la cuestión. ¡Hoy quiero asesinar a alguien! Y la candidata es…. (escuchad redobles de tambores) mi vecina del 2 (escuchad cualquier música de esas que ponen cuando te ha tocado el premio gordo). La muy… muy… ugffffff… se dedica a la limpieza de su hogar justo a la misma hora en que servidora duerme su siesta. Su puntualidad británica no falla ni un día. A las 3:00 p.m. comienzan los escobazos, las sacudidas, el arrastre de muebles, el trasteo de platos y los portazos. ¡Pero por todos los renacuajos que habitan en las fuentes, es que no puede sentarse a descansar después de comer! Pues no, ella saca a la ilustre fregona que mora en su interior. Y para completar tan sublime momento, me planta, como banda sonora, cierto dizque programa de prensa rosa que más bien parece el programa de yo grito más y mejor que tú.
En fin, para compensar el mal trago de hoy, creo que me iré de compras. No sé si optar por unos tapones para los oídos o algún tipo de conjuro paralizante. Lástima que mis padres no me mandasen al mismo cole al que va Harry Potter.
2 comentarios:
continuara?
Yolanda
Pues no sé. Casi seguro, sí, continuará. Todo depende de cuánto tiempo le lleve a mi vecina sacar a la luz a La Insoportable.
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