Sí, es verdad. Atravieso un momento de mi vida en el que la superficialidad prima. Y es que, es la única explicación que encuentro a esto que me pasa.
La Insoportable se calla; La Guardiana de La Sangría bebe para festejar semejante regalo visual; La Sombra no se despega de mis talones; La Pitonisa pierde el tarot (con el mal fario que la da cada vez que se le cae una carta) y Alegoría sonríe embobada. Y todo ¿por qué? Por culpa de cierto zagal que sale en cierto programa de Tv de cuyo nombre no quiero hablar. Nos importa un cacahuate de qué va la historia o qué tan buen o mal actor sea el muchacho, pues nuestra atención está centrada, exclusivamente, en lo grande que es la naturaleza en algunos casos, en lo bien que da en cámara, en qué suerte tienen algunas y sobretodo, en quién tuviese uno así. ¡Ahh...!
Y ni me preguntéis de quién se trata porque no pienso compartir mi síndrome de Stedhal con nadie más.