viernes, 31 de agosto de 2012

EL KEN, ARCOIRIS

Andaba servidora enredando en esos trances de la farándula por motivos que no viene al caso explicar, cuando me he topado con la imagen de cierto actor conocido por estas tierras y más allá y cuyo nombre callaré por respeto. Total, todo el mundo tiene derecho a tener un mal día con el armario. El zagal no milita precisamente en las filas de los feos y para ser sinceros, tampoco en los del montón. Vamos, que pertenece a esos homínidos que las mujeres miran una, dos, tres y varias veces mientras suspiran con aire soñador y canturrean el “If I was a pretty girl...”. O al menos, eso hacen hasta que el susodicho cae mansamente en las garras de algún estilista que le jura por a calavera de Quasimodo, que le va a dejar como un príncipe. El asunto comienza por un corte de pelo y se completa con una excursión con un personal shooper que remata la “obra maestra”. El resultado es un Ken embutido cual chorizo en una americana pequeña con las mangas arremangadas, una camiseta que está bien para ir al gimnasio y unos pantalones que no mirarías dos veces, si no fuese porque tanto colorido convierten al susodicho en la versión del Ken, Arcoiris. De los complementos mejor no hablar porque no está bien hacer leña del árbol caído. Resumiendo y para entendernos con un bonito símil: el chico pasa de ser un “Ecce Homo” en toda regla, a ser una restauración hecha con muy buena voluntad, pero ruinoso resultado.

Y sí, puede que sea una clásica que no entiende de moda, pero a mí me disculpan si no digiero bien el estilo Ken, arcoiris que tanto gusta en ciertos sectores de la moda.