jueves, 27 de mayo de 2010

TRAFICANDO

Amigos, hoy estoy acá reunida con vosotros para confesar uno de esos pecados en los que incurrimos, (al menos durante el primer año), los hijos emancipados y los casi emancipados.

Allá voy:

Soy Alegoría y practico el tráfico de tupperware desde hace unos meses.Todo empezó cuando decidí dar mis primeros aleteos lejos del nido materno-paterno. Al principio, fue algo espontáneo. Un buen día aparecí por casa y mi madre me encasquetó en seis tupperwares, seis primeros platos. Al domingo siguiente, cuando regresé a la tradicional comida familiar semanal, me canjearon los seis vacios por seis llenos. Y claro, siendo tan pésima cocinera como soy, descubrí el paraíso porque si hay algo que es cierto, es que sin tupperware no hay paraíso.

Así fue, como por puro egoismo y abusando de que mi madre no sabe cocinar para menos de cinco, caí sin remordimiento alguno en el tráfico de tupperwares del que soy fan acérrima. Alguien debería canonizar a Ear Silas Tupper, inventor del tupperware. O proponerle para el Nobel de la Familia (¿existe esa categoría? Da igual, qué la añadan). O el Principe de Asturias de las Ciencias o la Medalla de lo qué sea.¡¿Qué haría la humanidad del S.XXI sin este fabuloso avance?!

Yo desde luego, sin él, no soy nada. Por eso me preocupa que al descongelar el tupper de hoy, me haya encontrado con una hermosa ración de alubias. De sobra sabe mi señora madre que las detesto. Y claro, ahora mismo me embarga la preocupación. ¿Acaso son las alubias un aviso de que mi tráfico de tupperwares tiene sus días contados? ¿O es una equivocación sin importancia y estoy exagerando? El caso es que llevo todo el día pendida de una angustia espantosa debatiéndome entre llamar a mi madre o hacerme la despistada y seguir como si nada. Total, si es el fin, me lo dirá.
¡Por los recanuajos de las fuentes, ¿nadie puede sacarme de esta duda?!

miércoles, 19 de mayo de 2010

"SÍ, QUIERO"




Siempre pensé, que puesta a celebrar una boda hortera, alocada y que terminase con la sensación de que más que casarte, acabas de llegar de una buena juerga, acudiría a Las Vegas para que un Elvis cualquiera me bendijese al grito de wamba buluba balam bambú. Además, el asunto lleva el aliciente de ver a mi tía Pili perpetrando sus supuestos patatús de tres al cuarto.

Tía Pili: "¡Un Elvis...! ¡La ha casado un Elvis de pacotilla sin estar YO presente!"
¡Sinvergüenza, vas a acabar conmigo y con tus padres! ¡Qué clase de educación cristiana te hemos dado! ¡Menos mal que tu abuela ya no puede ver esto! Blablabla...

¡Ahhhh, es la fantasía perfecta! O al menos lo era hasta que ayer descubrí, gracias a unos enamorados japoneses, una manera más surrealista de casarse. Así que a día de hoy, sólo puedo decir que si me caso algún día, quiero que la bendición me la dé
I-Fairy. No, no nos liemos. No estoy hablando del famoso lavavajillas, milagro antigrasa. Ni tampoco es que haya escrito mal el nombre de un tipo que se llama exactamente igual que nuestro difunto cantautor y enaltecedor como nadie, y para gloria nacional, del "Toro, torito bravo". No, I- Fairy es pura lógica, un compendio de matemáticas, tuercas, tornillos, engranajes y ciencia ficción de antaño con un precioso embalaje metalizado. ¡Es el robot del futuro! Vale para todo. Lo mismo te guía por un museo que te casa en un A3B4 (¡hundido!). ¡¿No es alucinante?!
Vamos, si yo estuviese en el pellejo de alguno de esos famosillos de poca monta que rellenan nuestra parrilla televisiva y la páginas de las revistas del papel cuché, no dudaría ni un segundo en casarme con I- Fairy como sacerdote y vender la exclusiva.
Además, no debemos olvidar las múltiples facilidades que aportará a nuestro pesado, y más lento que el malo, sistema judicial. Y qué decir del buen uso que Bene puede darle en estos tiempo de falta de vocaciones. Ya no tendrá que aceptar entre los chicos de su equipo a conversos sacerdotes protestantes con sus respectivas señoras pastoras ni a delicuentes violadores o fanáticos que enlodan la religión católica...

¡Son tantas sus posibilidades! ¡Ahhhh, por todos los tornillos del Planeta, qué grande es la ciencia!

jueves, 6 de mayo de 2010

ENAMORADAS



Tras rodar por mi mesita la friolera de cinco meses, decidí abrir la primera página y comenzar a leerle. Más que nada porque el ejemplar que tenía no era mío. Me lo había prestado Tata Lili (mi hermana adoptiva). Pero por más que tenga confianza con ella, el asunto ya comenzaba a ser vergonzoso. Si eres como servidora y comienzas a medirte por tu propio rasero de exigencia, el único veredicto posible, es el de considerarte a ti misma como un de esos seres despreciables que no devuelven pertenencias ajenas. Así que me armé de decisión y paré, dos meses más, en el inicio del capítulo dos. La parada terminó con el tirón de orejas que me arreó La Insoportable. Y de golpe y porrazo, un día más tarde y tras innumerables lágrimas derramadas, Alegoría, La Sombra, La Guardiana de la Sangría, La Pitonisa y La Insoportable volvemos a estar enamoradas de un libro. Hacia mucho que no nos ocurría. Así pues, sólo nos resta recomendar a todo hijo de vecino que no haya leído "Cometas en el cielo", que lo haga. El libro es absolutamente maravilloso, cruel, triste e inolvidable.

sábado, 1 de mayo de 2010

¿CUATRO PREGUNTAS?

Hay 4 preguntas políticamente incorrectas que todo hijo de vecino padece en algún momento.

La primera es aquella que te hace el graciosillo de turno cuando estás en la universidad. Ni la de veces que habré oído yo eso de "¿Cuándo terminas la carrera?". Casualmente, la preguntilla siempre coincidía en uno de esos momentos en los que la desesperación te hace desvariar, piensas en arrojar la toalla y rezas fervorosamente para ganarte unos cuantos milloncejos en la lotería. Lamentablemente, la fortuna no acude en tu auxilio, y a ti, no te queda de otra que seguir para adelante sorteando a cuanto entrometido con buena voluntad se te atraviesa. Uff..., ¡menos mal que de ésta ya me libré!

Luego está la segunda, mi actual calvario. " Ay , hija , ¿y tú no tienes novio?". Odio ese tonito que usan de mansas e incrédulas gentes de buena fe, y que en realidad, enmascara un desaforado y mal disimulado deseo de cotillear a tu costa. Brrr...apenas te has dado la vuelta y ya te han colgado el sanbenito.

_ "Mírala. Ahí va, la soltera".
_ " Claro, si es que tanto esperar a los de a caballo, luego resulta, que ni los de a caballo, ni los de a pie ".
_ "¡Pero qué dices, mujer! Esa ya es arroz pasado. ¿Cómo va a pensar en los de a pie?".
_ "Pues que vista santos".
_ " Ah, no se te olvide que más vale vestir santos que desnudar borrachos..."

Blablabla...blablabla...blablabla... Puro chismorreo.

En fin, supongo que el día que solucione mi ausencia de novio, empezaré a esquivar la tercera:
"¿Y vosotros qué, eh...? ¿Cuándo pensáis pasar por la vicaria?". Nunca os habéis fijado en esa cara de tierra trágame, adornada por una sonrisa más falsa que un billete de 600E, que se les queda a toda parejita que pasa por esta tesitura. Normalmente, los pobres contestan lo primero que se les pasa por la cabeza para salir ilesos de semejante embolado. Y a veces, los resultados son insospechados. Eso fue lo que les ocurrió a mis primos, quienes para salir al paso, le contestaron a mi tía Pili que se casarían pronto. Para cuando estábamos comiendo el postre, era noticia oficial que se casaban al año siguiente, en el mes de mayo, en la iglesia de Santa María y con banquete en un afamado hotel de la zona. La cara de ellos, indescriptible.

Y por último, cuando ya has pasado por la vicaria y les has ofrecido lo que llaman "dar un buen día", te asaltan con la cuarta : "¿Y el niño... para cuándo...ya estáis en ello?". "Mira que las mujeres estamos apremiadas por el reloj biológico". ¡Cómo si la raza humana fuese a extinguirse porque tú no procrees unos cuantos churumbeles! ¿Por qué tanta prisa? ¿Y si no quieres tener hijos todavía? ¿O nunca?¿Por qué no dejan de entrometerse en tus más íntimas y personales decisiones ?

Todos respondemos a estas cuatro preguntas alguna vez en nuestra vida. A veces deseas compartir con el mundo la respuesta...Pero a veces, tú aún no la has encontrado. Aún no has llegado a ellas o ni tan siquiera forman parte de tu plan de vida y lo que menos deseas, es contestar. Si esto es tan cierto como que el sol brilla, entonces, ¿por qué no respetamos el ritmo vital de cada uno?