lunes, 30 de diciembre de 2013

LA LISTA

Lo típico. Llega el fin de año y, tras zanjar el tema de cuántas lentejuelas has de llevar y cumplir con todos los rituales en aras de atraer a la Diosa Fortuna, toca hacer la lista. Sí, esa misma en la que el objetivo principal es pasarse de listo con uno mismo y prometer cosas que no vas a cumplir. Y es que, mal que nos pese, todos llevamos un pequeño político en nuestro interior. Un gran mentiroso patológico que nos conduce irrefrenablemente a caer en la más fiera hipocresía.

La lista, cómo no, la encabeza -guiada por el sentimiento de culpa tras pecar de gula con premeditación y alevosía- la lucha contra los kilos de más. Nuestras lorzas están rozagantes, nuestro estómago saturado y nuestro hígado al borde del colapso, pero nuestro espíritu rezuma optimismo y nos lanzamos frenéticos sobre la bicicleta del gimnasio, listos a perder el glamuor mientras miramos obsesivamente lo lento que marca el contador de calorías quemadas. Terminamos hechos unos zorros, con más agujetas de las que podemos soportar, pero dispuestos a perseverar y volver al día siguiente. Es pasado un mes cuando comienzan las excusas. Hace malo, estoy enfermo o el tengo otras cosas que hacer nos apartan de la senda del bien y envían al montón del olvido al primero de los propósitos de nuestra lista.

Otro de los clásicos es el de meterse a clases de algo para satisfacer nuestras ansias de conocimiento. Éste nos suele embaucar hasta que llega el buen tiempo y presos del síndrome de Perséfone nos perdemos en la playa o la piscina. ¿Quién puede resistirse a la luz y el calor tras meses de oscuridad y frío?

Finalmente, se completa la lista con objetivos acordes a nuestra actual existencia: pasar más tiempo con el amorcito, buscar uno si no se tiene, hacer más actividades con los niños u organizar unas buenas vacaciones son alguno de los ejemplos.

El caso es que, casi sin darnos cuenta, nos plantamos de nuevo en diciembre y volvemos a las comilonas y la lista. Repasas los propósitos del año pasado y te das cuenta que, salvo lo de las vacaciones, la cosa no ha cambiado. Tu guerra contra las lorzas amenaza con ser más larga que la de los Cien Años; ¿la familia? Pues bien, gracias y sigues estudiando porque tal y como dijo el sabio, tú sólo sabes que no sabes nada.
Tal vez sea por la experiencia acumulada durante estos años. O tal vez sea porque La Insoportable se ha negado en rotundo a perder el tiempo en lo que ella llama majaderías inservibles y superficiales. El caso es que este año, en lugar de la tradicional lista, vamos a organizar la primera fiesta del año para celebrar lo imprevisible del 2014. ¿Y de ahí en adelante? Pues Dios proveerá y nosotras festejaremos. A los demás, La Insoportable, La Sombra, La Guardiana de la Sangría, La Pitonisa y yo os deseamos una feliz y próspera redacción.