jueves, 22 de noviembre de 2007

LOS LADRONES DE VIDAS

La gente tiene tendencia a creer que todo lo que un escritor escribe, está basado en su propia vida. Y es verdad. En cada texto, hay escondido un trocito nuestro, una vivencia. Pero de ahí, a que nosotros seamos los protagonista de ella, hay un gran paso. De hecho, diría que en muy pocas ocasiones contamos algo que hemos vivido en primera persona. Y si lo hacemos, lo rodeamos de miles de cosas para disfrazarlo. Nos da pavor que los lectores o los televidentes, nos juzguen.

Ahora bien, cuando se trata de contar la vida de los demás, no tenemos ningún reparo. Más les valdría a nuestros amigos, conocidos e inocentes desconocidos que se atraviesan en nuestro camino, guardarse muy bien de todo lo que nos dicen. Somos esponjas. Lo absorbemos todo y lo retenemos en nuestros bancos de ideas para usarlo cuando nos venga en gana. Sí, aireamos los trapos sucios, curiosidades y anécdotas varias de todo hijo de vecino sin ningún tipo de compasión. Somos cotillas potenciados a la enésima exageración. Y que nadie se engañe, si un escritor te escucha atentamente y te hace sentirse el centro del universo, es porque el muy crápula, anda a la caza de una historia: la tuya.

Así que confieso:


- Que soy lectora de varios blogs, incluidos los de los comentaristas del mío, en los que casi nunca dejo comentario alguno y de los que saco, historias y personajes. Lo siento chicos, conformaos con el anonimato.

- Que las aventuras y desventuras de mis amigos y familiares no están a salvo en mi conocimiento. Supongo que algún día pagaré las consecuencias. Pero francamente, espero que sean directamente proporcionales a los beneficios.

- Y que no puedo decir que me arrepienta. Lo mío es pura deformación profesional.

Así pues, avisados estáis.

PD: Espero ansiosa vuestra próxima historia para robar.

lunes, 19 de noviembre de 2007

¡QUÉ RICAS SON LAS VACACIONES!

Recién llegué de vacaciones. Este año regresé a Miami para ver a los amigos. La pase en grande, aunque me hubiese hecho falta algo más de tiempo para ver a aquellos con los que no me encontré. Pero lo realmente importante, han sido dos lecciones valiosas que aprendí.
La primera viene a confirmar aquel dicho de que nadie debe regresar al lugar donde fue feliz. Un año más tarde, Miami es distinta. Ha perdido sabor y en cada esquina, la nostalgia por lo vivido, está agazapada dispuesta a saltarte a la yugular.
La segunda es que, pese a no ser la misma, aún sigue siendo mi punto de partida. La tierra en que me siento más yo. Donde soy consciente de mi don y donde no me siento como una niñita jugando a ser escritora. Es el lugar donde estoy encantada de conocerme a mi misma de nuevo.
El resto de lo vivido, es demasiado largo para incluirlo en este post.