jueves, 11 de diciembre de 2008

RECUERDOS DE LA INFANCIA.

Uno de mis juegos favoritos en la infancia, era el que jugábamos mi hermana y yo, cuando al llegar la primavera, nos quedábamos solas en casa. Entonces era cuando llegaba el buen tiempo y mi abuela, nuestro principal y único obstáculo, se entregaba en cuerpo y alma a su pasión favorita: la horticultura. Apenas salía de casa rumbo al huerto, mi hermana y yo nos abalanzábamos a nuestro puesto de vigilancia y en cuanto la veíamos entrar en su huerto, nosotras nos apostábamos frente al armario del mueble bar, abríamos la puerta con la llave (mi madre, hecha una incauta, la dejaba puesta) y empezábamos nuestro juego: "La cata de licores". Añadiré, que en aquellos tiempos, mi madre tenía al susodicho surtido de una amplia gama de licores de lo más variado: ron, ginebra, whisky, licores de distintos sabores, quina Santa Catalina, orujo, coñac, ponche, pacharán, mistela y alguno que otro más que no recuerdo en este momento.
Era como sumergirse en la época de la Ley Seca. Probábamos un trago de cada botella y si nos gustaba, cosa que ocurría con la mayoría de las veces, nos lo tragábamos. En caso contrario, corríamos asqueadas al lavabo donde arrojábamos el licor y nos enjuagábamos la boca para pasar al siguiente.
Era un juego divertido al que nunca invitábamos al vino. Al fin y al cabo, la bebida que acompañaba nuestra comida era la versión light de la sangría de mi abuela (agua, vino, azúcar y un poco de zumo de limón).
El caso es que ahora, haciendo un repaso, me doy cuenta que con el transcurso del tiempo, mi consumo de alcohol ha decrecido hasta rozar la abstinencia. Es como que ha perdido el encanto que le rodeaba. Ya no hay riesgo, emoción ni desafío. Lo cierto es que a veces, lo ilegal sabe a gloria.
Y para aquellos que me conocen, diré que la bodeguilla del Homestead fue un pequeño paréntesis.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Te entiendo, pequeñuela:
A mi el alcohol tampoco es que me saque de mis casillas. No obstante espero que estas navidades honrres con tu presencia zulito para trasegarte un señor té de ponche noruego con Ron. Y que hagas de tripas corazón acompañando a tu amiga a tomar una copa al Rubi para otear a algún "soso" escondido tras las columnas.
Enigmala.

Alegoria dijo...

Aprovecha que hoy no estoy. A lo mejor, el "soso" se esconde de mi presencia. Pero ya probaremos ese ponche noruego con ron uno de esos días en los que abandone el coche en casa.

Mercy dijo...

Pues ese pequeño parentesis fue todo un encanto, y que no daría porque se repitiera...por cierto, esta navidad pienso ahogarme en alcohol a la salud de quien desee brindar con migo!

Alegoria dijo...

Uy, a mí también me encantaría repetir! Sino el Taller, al menos nuestras reuniones nocturnas con Faustino. ¡Qué tiempos más estupendos!
¿Y esta Navidad que bebemos, Jimador, Corralejo o vino?

Por cierto, ¿te enteraste de las buenas nuevas de nuestro Ricky?