martes, 13 de diciembre de 2011

ESPEJITO, ESPEJITO

Hay quien piensa que los cuentos clásicos son cosas para críos como los bocadillos de nocilla, las tardes en el parque o los pantalones cortos con medias de lana. Películas como “Pretty Woman” o series como “Once upon a time” vendrían a ser la excepción que cumple la norma. Unos ratos de fantasía al alcance de cualquier adulto que pueden catalogarse con la etiqueta de “paparruchadas de cine”. Y listo, todos tan contentos y tan adultos.

Pero no nos engañemos, a los adultos también nos cuelan los cuentos disfrazados de otras cosas. ¿No me creéis? Bien, pondré un ejemplo.

Érase una vez en una conocida red social que empieza por f, un pequeño rincón en el margen derecho de la página en donde se publicaban inocentes juegos y se publicitaban algunas conocidas empresas. Una tarde cualesquiera, uno de esos anuncios llamó la atención de Alegoría. Junto a la foto de una conocidísima y guapísima actriz internacional aparecían las siguientes e inquietantes frases:

“¿Eres guapa?
¿Qué es la belleza? ¿Cómo podemos hacer que la gente nos mire? ¡Es muy simple! Descúbrelo ya”

Y zas, tras recitar las frases cual conjuro y hacer click, la curiosa Alegoría se encontró frente a frente con el espejo de la malvada bruja de Blancanieves. Una foto, un text y varios clicks era todo lo que restaba por hacer para escuchar el veredicto del espejo de la verita. Pero nuestra protagonista no se aventuró a ir más allá sin la autorización de sus secuaces. La Guardiana de la Sangría ansiaba vivir la experiencia. Total, siempre hay sangría en la que refugiarse. La Sombra voto en blanco. Total, el text sólo era para humanos. La Pitonisa se negó en rotundo. Total, ese espejo no iba a revelar nada que ella no pudiese averiguar con su tarot. La Insoportable sentenció que era un engañabobos. Total, siempre hay algún pardillo dispuesto a picar y un aprovechado pronto a sacar ganancia. Dos votos en contra, dos votos a favor y una abstención más tarde, Alegoría abandonó el cuento de Blancanieves para sumergirse en el de Barba Azul y adoptar el roll de la esposa curiosa. Y desde entonces, sólo el temor a convertirse en piedra la impide hacer click y leer las conclusiones del locuaz espejo.

¿De verdad son los cuentos sólo cosas de niños?

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