El caso es que me tomé unos días de vacaciones para no hacer absolutamente nada. Hasta ahí todo bien, un descanso siempre le cae bien a cualquiera, pero entre eso y lo que ha pasado media un abismo: el de la vagancia. Y de eso si que me declaro culpable con premeditación y alevosía. Ego confeso pecata culpa mea. Y hubiese seguido entregada a los placeres del pecado si no hubiese llegado la Insoportable a patear mi pacífico reducto pecaminoso. Paseaba inquieta por las historias y los personajes que pululaban por su cabecita, mientras la Sombra y yo rendíamos culto a Baco en compañía de La Guardiana de la Sangría. Lo cierto es que pese a darnos la trisca sin parar, nosotras habíamos acordado, tácitamente y por primera vez en la vida, ignorarla. Pero cuando se trata de La Insoportable, no hay excusa que valga. Nos tiro la sangría a la cara y tras patear nuestro trasero, nos arrastro frente al teclado del ordenador pregonando a los cuatro vientos el fin del verano y de las vacaciones. Así pues, como los niños, estamos todas de vuelta al cole. ¡Rayos, qué rápido se acaba el verano!
2 comentarios:
Espera!!, que estoy contando...
No lo divulgues aun por ahí pero tengo la sospecha de que algún pedazo de ...... nos ha robado vilmente un mes del verano.
A la Insoportable tenla a raya a base de Ibuprofeno y chocolate. No falla.
¡¡¡La vagancia es una virtud!!!
Por estos lares es más evidente que se ha acabado el verano... ¡a las 7 es de noche!
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