¿Alguna vez os habéis fijado en el tipo de correos que os llegan al spam? Yo personalmente no abro ninguno. Van derechitos a la basurera virtual. Pero no puedo evitar mondarme de la risa con los títulos. A las invitaciones a casino virtuales, se suman los incentivos para consumir viagra y dilapidar mi ramplón capital en marcas de lujo.
Antes semejantes propuestas he llegado a la conclusión que el spam y los pecado capitales son primos hermanos de primera generación. Pero como bien dice mi tía Pili: "para pecar bien, hay que tener mucho dinero. Sino, no merece la pena pringarse".
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