La gente tiene tendencia a creer que todo lo que un escritor escribe, está basado en su propia vida. Y es verdad. En cada texto, hay escondido un trocito nuestro, una vivencia. Pero de ahí, a que nosotros seamos los protagonista de ella, hay un gran paso. De hecho, diría que en muy pocas ocasiones contamos algo que hemos vivido en primera persona. Y si lo hacemos, lo rodeamos de miles de cosas para disfrazarlo. Nos da pavor que los lectores o los televidentes, nos juzguen.
Ahora bien, cuando se trata de contar la vida de los demás, no tenemos ningún reparo. Más les valdría a nuestros amigos, conocidos e inocentes desconocidos que se atraviesan en nuestro camino, guardarse muy bien de todo lo que nos dicen. Somos esponjas. Lo absorbemos todo y lo retenemos en nuestros bancos de ideas para usarlo cuando nos venga en gana. Sí, aireamos los trapos sucios, curiosidades y anécdotas varias de todo hijo de vecino sin ningún tipo de compasión. Somos cotillas potenciados a la enésima exageración. Y que nadie se engañe, si un escritor te escucha atentamente y te hace sentirse el centro del universo, es porque el muy crápula, anda a la caza de una historia: la tuya.
Así que confieso:
- Que soy lectora de varios blogs, incluidos los de los comentaristas del mío, en los que casi nunca dejo comentario alguno y de los que saco, historias y personajes. Lo siento chicos, conformaos con el anonimato.
- Que las aventuras y desventuras de mis amigos y familiares no están a salvo en mi conocimiento. Supongo que algún día pagaré las consecuencias. Pero francamente, espero que sean directamente proporcionales a los beneficios.
- Y que no puedo decir que me arrepienta. Lo mío es pura deformación profesional.
Así pues, avisados estáis.
PD: Espero ansiosa vuestra próxima historia para robar.
Ahora bien, cuando se trata de contar la vida de los demás, no tenemos ningún reparo. Más les valdría a nuestros amigos, conocidos e inocentes desconocidos que se atraviesan en nuestro camino, guardarse muy bien de todo lo que nos dicen. Somos esponjas. Lo absorbemos todo y lo retenemos en nuestros bancos de ideas para usarlo cuando nos venga en gana. Sí, aireamos los trapos sucios, curiosidades y anécdotas varias de todo hijo de vecino sin ningún tipo de compasión. Somos cotillas potenciados a la enésima exageración. Y que nadie se engañe, si un escritor te escucha atentamente y te hace sentirse el centro del universo, es porque el muy crápula, anda a la caza de una historia: la tuya.
Así que confieso:
- Que soy lectora de varios blogs, incluidos los de los comentaristas del mío, en los que casi nunca dejo comentario alguno y de los que saco, historias y personajes. Lo siento chicos, conformaos con el anonimato.
- Que las aventuras y desventuras de mis amigos y familiares no están a salvo en mi conocimiento. Supongo que algún día pagaré las consecuencias. Pero francamente, espero que sean directamente proporcionales a los beneficios.
- Y que no puedo decir que me arrepienta. Lo mío es pura deformación profesional.
Así pues, avisados estáis.
PD: Espero ansiosa vuestra próxima historia para robar.
4 comentarios:
¡Habrá que empezar a hacerte la pelota para que nuestros personajes salgan bien parados!
No te preocupes amiga, eso es parte del oficio, y de mi blog (si te sirve) toma lo que quieras...
a mi en mi primera novela la gente decía que era mi vida, pero no... sólo cogí un par de anécdotas y las incluí en una ficción... pero mira, ahora la gente cree que mi novela es autobiográfica... qué cruz...
¡Qué peligro tienes, niña!
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