Advertencia:
Vamos a ver, los fans acérrimos de Águila Roja, absténganse de leer esto. Lo último que servidora pretende, es enterrar en el subsuelo al mito de nadie. ¡Bien sé yo cuán dura es semejante experiencia!
Lo cierto, es que comencé a ver la serie porque mi repulsión por los superhéroes es directamente proporcional a mi fascinación por los héroes justicieros perdidos en cualquier siglo anterior. Además, servidora es una optimista nata y en los promocionales, la serie tenía buena pinta.
¿Pero, ¡por todos los renacuajos que habitan en las fuentes, es qué los tipos de Globomedia se piensan que los telespectadores españoles somos tontos de capirote?! ¡¿Acaso pensaron que no nos íbamos a dar cuenta?! Yo, que no soy precisamente Sherlock Holmes, llevaba sospechándolo desde el primer capítulo. Pero es que, con el capítulo del pasado jueves, toda España se ha tenido que enterar. Para los que no veis la serie, os contaré de qué narices estoy hablando. Os recomiendo tomar asiento porque la noticia es digna de ser portada de toda la prensa del corazón y la sensacionalista. Ahí voy:
Amigos, Águila Roja toma drogas. Sí, sí, siento tener que soltarlo así, sin anestesia, pero nuestro héroe nacional del Siglo de Oro, es un drogadicto. Ya es vox populis. Y es que, como ya he dicho, en capítulo de jueves los televidentes vimos la luz.
Resulta, que la malvadina-putón de la Marquesa, contrató a una ninja o samurai (admito que no sé bien en dónde encuadrarla) para darle matarile a Águila. ¡Ni los trabajos que le habrá costado a la señora Marquesa encontrar una ninja en semejante época! Pero se ve, que lo que le sobran a esta mujer, son recursos. El caso, es que la ninja era tan buena como sanguinaria y en el primer enfrentamiento, va y raja a Águila. Y el pobre hombre, pasa una pésima noche derramando sangre como para hacer morcillas para un regimiento. Hasta ahí, todo normal. Lo anormal, es que una escena después, Águila se monta en un caballo y se presenta en el bosque donde la ninja ha estado llevándose por delante a unos cuantos cristianos, entre ellos, a uno de sus amigos. Y el héroe desangrado, va, cava una tumba y le entierra como quien se sienta a ver el desarrollo de las musarañas. Luego, vuelve a casa y muestra evidentes signos de estar hecho un cromo (evidentemente, el efecto de las sustancias trópicas, psicotrópicas o estupefacientes que este tomando, se había esfumado). Y como la cabrona de la ninja, que no le da tregua al chico, le deja una notita para encontrarse en un duelo al alba, el graciosillo de Satur (ahora entiendo yo de dónde le sale tanta guasa al escudero) a prepararle otro chute. Pero claro, entre que lo malherido y la nube del colocón, la ninja está a un tris de lograr su cometido. Menos mal, que Satur, quien a estas alturas es más héroe que el propio Águila, le saca a la ninja de encima. Mas como no se pueden pedir peras al olmo, el coleguita Satur se olvidó la dosis del "asunto" en casa y tuvo que echar a correr pa' casa a buscarla. Por suerte para Águila, por el mismo camino en el que él estaba tirado con cuatro palos famélicos a modo de camuflaje, pasó el distribuidor del "asunto" y antes de que Satur reuniese cuatro vendas y la susodicha dosis, se presentó en casa fresco como una lechuga con el rocío de la mañana. ¡Madre del amor hermoso, heladita estoy de cómo le sienta a este muchacho el "asunto"!
En resumen, que si en algún momento la audiencia cae en picado, los responsables del producto y los de TVE sabrán que es porque la audiencia ha descubierto el "asunto". Que a ninguno se le vaya a ocurrir que la razón de semejante pérdida, se debe a que en otra cadena pasan una serie (según ellos de 4ª) en la que se dejó trabajar a los (según ellos) imbéciles de los guionistas.